Acerca de la cuestión de lo natural o antinatural que es llevar una dieta con lácteos, creo que es importante revisar un poco más lo que entendemos por natural en la alimentación.
Claramente, lo natural es algo muy lleno de matices, natural en la dieta del ser humano hay muy pocas cosas, no es natural cocinar los alimentos. Tampoco sería natural que el hombre paleolítico comiera atún, porque el atún es una presa que estaba fuera de su alcance al ser un pez de alta mar, y yo no dejaría de consumir atún por ello.
No creo que la cuestión gire en torno a alimentarnos exactamente como hombres paleolíticos, pues tendríamos que descartar el aceite, el pan, y muchas otras cosas.
Pienso que el hecho de que un alimento no estuviera al alcance del ser humano en un primer momento evolutivo, no lo inavalida automáticamente para formar parte de una dieta sana para el ser humano, más bien, diría que el organismo se mueve por ahí y por allá comiendo todo aquello que le permita seguir vivo, en cada lugar encuentra alimentos diferentes, algunos de los cuales nunca había probado, y la evolución también consiste en adaptarse a nuevas formas de vida que antes no se practicaban. Y una modificación de la dieta conlleva cambios en la morfología del cuerpo y en el cerebro. Algunos cambios se transmiten en los genes, y otros cambios afectan al desarrollo fisiológico y psíquico. Lo cual da pie a analizar, si es deseable asumir los cambios fisiológicos que se van a derivar de un tipo concreto de alimentación.
Por otra parte, la premisa de tener en cuenta la dieta original del ser humano, tampoco es una premisa inválida, la genética cuenta, el ser humano se ha alimentado de vegetales y carne desde varias líneas generacionales anteriores al homo sapiens sapiens, y casi todo aquello que comemos encaja en ambas categorías, vegetales y tejidos procedentes de animales.
Con todo esto, si hablamos de lo natural o no natural de que el ser humano tome leche en la etapa adulta, y de otra especie animal, realmente, creo que natural no es.
Pero también pienso que no sería la primera vez que el ser humano incluye en su dieta un alimento que antes no figuraba en su menú habitual. Con lo cual, podemos pararnos a analizar si es deseable asumir los cambios evolutivos que van a derivar de este tipo de alimentación.
Sobre la cuestión de ingerir hormonas procedentes de otros animales a través de la leche, supongo que cuando nos comemos la carne y la sangre de un animal, también nos estamos comiendo sus hormonas, y que el cuerpo tendrá sus mecanismos de eliminación. Aunque tal vez la cantidad de hormonas recibidas en uno y otro caso no sea comparable, sobre esto no tengo datos, pero no estaría demás investigar si consumir la sangre de animales de ganado, tal como se hace en numerosas culturas, constituye otra práctica de "ordeño" (más bien vampirismo) riesgosa para la salud.
Sería interesante conocer si es dañino o no tomar leche materna durante la etapa adulta, o si el destete en los mamíferos obedece a una cuestión práctica de la madre, que necesita destetar a su cría para engendrar la siguiente camada. Personalmente, considero que el destete obedece más a la necesidad de procrear varias camadas, no obstante, si alguien tiene evidencias de que tomar leche materna en la etapa adulta es perjudicial para la salud, animo a que lo exponga.
Sin perder de vista que es tan sólo un matiz, pues la cuestión principal es, qué efectos tiene la ingesta de leche procedente de otra especie animal en el adulto y en el infante.
De especial relevancia es la cuestión de las implicaciones que tiene para un infante ser alimentado con leche de otra especie animal, qué efectos tendrá en el desarollo de su cuerpo y su cerebro.
¿Alimentaríamos a un bebé con leche de babuina?¿Y a un ternero con leche humana?.
Son ideas repulsivas por sí mismas.
Y sin embargo, asumimos que es sano y "natural" alimentar a un bebé humano con leche de vaca. Tal vez porque es leche de hervívoro y nos parece más "suave", o sólo porque en el subconsciente lo asociamos con algo agradable.
No obstante, se ha reportado la aparición de muscosidad en los niños debido a la leche. Hemos asumido que la leche es buena y que tener mocos es lo normal. Hay algo antinatural en ello, y podemos plantearnos si queremos asumir esa modificación fisiológica. A ninguna madre le gusta ver a su bebé lleno de mocos. Tal vez deberíamos plantearnos no tener hijos si no estamos dispuestos a alimentarlos con nuestra leche. Es un ejemplo de cómo la alimentación condiciona nuestra evolución trascendiendo la morfología física, condicionando el plano sicológico y por ende la evolución de la sociedad.
A veces me pregunto, sobre estudios que indican que la leche podría adelantar la madurez sexual de la mujer, si no está siendo parte del problema de la mujer en la sociedad en el mundo, el hecho de adelantar su madurez sexual como mujer antes de lo que su naturaleza marcaría.
Con todo esto, considerando los matices y la multitud de implicaciones, tengo la impresión de que es mucho más antinatural para el organismo del ser humano ingerir leche procedente de otra especie, que el hecho de consumir una presa como el atún, que en principio no estaba al alcance del humano primigenio, todo ello lo cual me ha inclinado a llevar una alimentación sin lácteos.
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